Manual de Demografía

Material de consulta para estudiantes vinculados a la Demografía y los Estudios de Población

CAPÍTULO 3

Crecimiento demográfico y estructura poblacional¹
Juan José Calvo

Volumen y crecimiento de la población

Un objetivo de la Demografía es determinar el volumen de la población en el espacio de referencia que se estudia. Pero ese volumen de habitantes no suele permanecer estático. Las poblaciones humanas han tenido una tendencia histórica al crecimiento (en particular en los últimos tres siglos) y en algunos países ya ha comenzado a experimentarse la tendencia opuesta, el decrecimiento. En cualquier caso, lo habitual es el cambio en el volumen poblacional, es decir, su crecimiento o decrecimiento (en ocasiones llamado crecimiento negativo). Así, el estudio de ambas cosas, el volumen y el crecimiento de la población, es central en la disciplina.

Las fuentes de datos utilizadas en los estudios demográficos para cumplir con este objetivo son diversas; se nutren de la información que proviene del registro continuo de nacimientos y defunciones, de la obtenida mediante la realización periódica de censos, así como de los registros del estado civil, de las estadísticas de entradas y salidas de personas del país, de las encuestas de hogares y de otras fuentes que pueden no tener carácter permanente ni periódico como, por ejemplo, encuestas específicas que se realizan en una única ocasión (ver capítulo 5) (Calvo, 2010, p. 4). 

De todas estas fuentes mencionadas, los censos de población se distinguen como los instrumentos preferidos por parte de los demógrafos, dado que se trata de operaciones exhaustivas de recolección de información individual de cada una de las personas de un espacio de referencia en un momento determinado del tiempo. Los censos de población nos permiten conocer la población total (P); además, en ellos se recoge información que permite caracterizar a esa población al recabar datos acerca del sexo, la edad, raza, estado conyugal, estructura del hogar, el lugar de residencia, la fecundidad, la mortalidad, las migraciones y otros datos de las personas empadronadas. En ocasiones, los censos permiten obtener información acerca de la calidad de las viviendas, el acceso a servicios e infraestructura básica por parte de la población, y el nivel de confort que gozan los hogares (Calvo, 2010, pp. 4-5).

La población total, entre dos momentos, puede aumentar, disminuir o mantenerse constante, variaciones determinadas por los nacimientos, las defunciones y las migraciones ocurridas en el período que se considere.

Gráfico 1. Población en los censos de población y vivienda. Uruguay, 1852-2011

Fuente: elaboración propia a partir de datos censales publicados por el INE (2020)

Si se considera la población total en un momento t (Pt) y la población total en un momento posterior t+n (Pt+n), la variación observada en el volumen poblacional de un momento al otro se explica como consecuencia de la acción de los componentes del cambio demográfico a lo largo del período: la natalidad, la mortalidad y las migraciones. La población inicial, Pt, se incrementa por los nacimientos (N) ocurridos entre el momento t y el momento t+n, mientras que las defunciones o fallecimientos hacen disminuir a la población (Calvo, 2010, pp. 5-6). Si el caso fuera el de un territorio cerrado a los intercambios poblacionales con otros territorios o espacios, estaríamos frente a lo que se denomina una población cerrada y entonces obtendríamos la siguiente igualdad:

Aunque las poblaciones cerradas suelen ser simplificaciones útiles para formular ejercicios y modelos sencillos son raramente observables en la realidad; si consideramos la posibilidad de incorporar la movilidad de la población entre distintos territorios, la ecuación anterior se modifica para dar lugar a la siguiente expresión:

En esta última ecuación, el efecto de la migración en el volumen poblacional de un territorio corresponde a la combinación de dos corrientes de signo opuesto (inmigración y emigración). La movilidad espacial de la población es un componente demográfico de difícil captación que responde a diversas causas estrechamente ligadas a las situaciones políticas, sociales y económicas en los territorios de expulsión y en los de atracción de personas.

Haciendo un último cambio en la ecuación anterior, obtenemos:

Donde, a la izquierda de la igualdad, se tiene la variación de la población total entre dos momentos que equivale al crecimiento total de la población (CT) en el período t, t+n. El crecimiento total de la población depende de los nacimientos, las defunciones, las inmigraciones y las emigraciones ocurridas en el período. Estos cuatro tipos de acontecimientos pueden ser agrupados en dos términos: por un lado, la diferencia entre los nacimientos y las defunciones y, por otro, la diferencia entre inmigraciones y emigraciones. Al primero de estos componentes se lo denomina crecimiento vegetativo o natural (CN), y al segundo, saldo migratorio, (SM). Así pues:

Y de esta manera, el crecimiento total de la población de un territorio puede ser visto como el efecto conjunto del crecimiento natural por un lado y del saldo migratorio por otro:

El cálculo de estos sencillos indicadores permite plantear un panorama muy general de la evolución demográfica. El volumen total de la población y el crecimiento que experimenta suelen ser datos necesarios para la evaluación e implementación de políticas y proyectos de diversa índole. La forma en que se compone el crecimiento también es relevante. Por ejemplo, la observación de un saldo migratorio positivo indica que se está en presencia de una región de atracción, situación muchas veces asociada a la posibilidad de encontrar empleo o mejorar el salario. Por el contrario, la constatación de saldos migratorios negativos indica la existencia de deterioro en las condiciones de vida de los habitantes, quienes abandonan sus lugares de residencia habitual en busca de otros que ofrezcan mejores posibilidades.

Al recordar la estructura de la ecuación correspondiente al crecimiento total (CT = CN + SM), se infiere que la existencia de un crecimiento poblacional no inhibe que se esté produciendo simultáneamente un proceso emigratorio; basta con que el crecimiento natural supere el efecto del saldo migratorio para que ello suceda. A los efectos de comparar distintas regiones, o bien distintos momentos dentro de una misma región, los indicadores mencionados presentan algunas limitaciones importantes. En primer lugar, están afectados por el tamaño de las regiones que se quieren comparar. En segundo término, la estructura por sexo y edad de la población también determina los valores que se obtienen y, por lo tanto, las conclusiones del análisis. Los indicadores demográficos expresados en valores absolutos tienen el inconveniente de estar afectados por el tamaño de las poblaciones que se están considerando. 

Tomemos un sencillo ejemplo: si se compara el crecimiento de la población total de Uruguay entre 1950 y 1990 con el observado en Brasil en el mismo período, sobre la base de las variaciones absolutas observadas, el análisis de las cifras no podrá permitir otra conclusión que no sea la de decir que un país es más grande que el otro (Gráfico 2). Nada se podría concluir, por ejemplo, respecto al ritmo o la intensidad del crecimiento de ambos países. Las diferencias de tamaño dificultan la comparación y la solución a este tipo de problema consiste en construir medidas relativas, como las representadas en el Gráfico 3. 

Gráfico 2. Estimaciones del crecimiento absoluto para el total de población. América Latina, Brasil y Uruguay, 1950-2025

Nota: América Latina incluye Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Venezuela, República Dominicana y Uruguay

Fuente: elaborado a partir de estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, 2020a)

Gráfico 3. Estimaciones de las tasas de crecimiento poblacional. América Latina, Brasil y Uruguay, 1950-2025

Fuente: elaborado a partir de estimaciones de la CEPAL (2020a).

En el ejemplo planteado, el ritmo del crecimiento demográfico en Brasil y en Uruguay puede compararse si se calculan las tasas medias de crecimiento del período (Gráfico 3). Para ello es necesario estimar la población media del período.

Para comprender el cálculo de la población media es necesario tener en cuenta la población total al inicio y al final del período (Pt y Pt+n respectivamente), y suponer la forma de la función que conecta ambas observaciones. Los supuestos usualmente utilizados consideran que esta función puede ser lineal, geométrica o exponencial, como se plantea en las siguientes ecuaciones, respectivamente:

En los tres casos, r es la tasa media de crecimiento de la población en el período comprendido entre t y t+n. Para cada supuesto (lineal, geométrico, exponencial), es posible despejar el valor de r, de lo que resulta, respectivamente:

Asumiendo alguna de las formas del crecimiento hasta aquí detalladas es posible calcular la población total media del período Pt,t+n utilizando el valor de la tasa media de crecimiento, respectivamente:

A efectos de facilitar la exposición de los restantes indicadores, de aquí en más se asume el supuesto del crecimiento lineal de la población. Si recordamos una vez mas la ecuación correspondiente al CT (CT = CN + SM), esta se mantiene al dividir todos los miembros entre la población media total del período t, t+n:

Generalmente, el denominador de estos cocientes es un valor muy alto respecto a los numeradores, por lo que, a efectos de facilitar la lectura de los resultados, los miembros de la igualdad suelen ser multiplicados por cien o por mil. En el ejemplo que sigue adoptamos la segunda de esta alternativas para ser coherentes con la igualdad planteada:

El miembro a la izquierda de la igualdad se compone del cociente entre el número de personas en que la población ha crecido y la población media durante el período considerado, todo esto multiplicado por mil. Leído de otro modo, se trata del incremento total en el período por cada mil personas que en media componen la población de la región o el área de estudio. Un razonamiento análogo puede hacerse con los miembros a la derecha de la igualdad. Las tasas resultan de la división del número de acontecimientos o hechos ocurridos durante un período determinado —generalmente un año o un quinquenio— por la población media total del período, por lo que los indicadores que componen esta última ecuación reciben el nombre de tasa media de crecimiento total (TCT), tasa de crecimiento vegetativo o natural (TCN) y tasa neta de migración (TNM):

Por lo tanto, la TCT de la población puede ser expresada como la suma de la TCN y la TNM:

Así calculados, los indicadores permiten superar el problema que se introduce en la comparación entre regiones de muy distinto tamaño demográfico. En el ejemplo planteado, la comparación de los valores de las TCT de Brasil y de Uruguay permite analizar el ritmo del crecimiento. También es posible contrastar en ambos países la importancia del factor natural (el efecto de la natalidad y la mortalidad) y el del componente migratorio, a través del uso respectivo de las TCN y de las TNM.

Es posible generar otros indicadores sencillos y útiles a partir de lo visto hasta el momento. Considerando las anteriores ecuaciones se obtiene:

Y, teniendo en cuenta la composición del crecimiento natural y del saldo migratorio, la igualdad se transforma en:

Que también puede expresarse así:

La TCT puede ser vista también como la suma de cuatro tasas: la tasa bruta de natalidad (TBN), la tasa bruta de mortalidad (TBM), la tasa de inmigración (TI) y la tasa de emigración (TE), que veremos en los capítulos destinados a estos temas, pero sobre las que podemos adelantar al presentarlas en las siguientes ecuaciones:

De esta forma, la formulación de la tasa de crecimiento total (TCT) antes presentada puede ser escrita ahora del siguiente modo:

Composición y estructura de la población

Las personas que componen una población poseen un conjunto de características por las cuales pueden ser clasificadas: sexo, edad, etnia-raza, condición migratoria, discapacidad, estado civil, nivel educativo, nivel socioeconómico, etc. Como se ha visto, la estructura por edad y sexo de la población constituye un determinante importante de la dinámica demográfica, lo cual produce importantes consecuencias sociales y económicas. Por nombrar algunas, es esperable que el cambio en la estructura por edad (ver capítulo 2) impacte en variables económicas como el ahorro, el consumo, el empleo, la protección social, las transferencias intergeneracionales y el propio crecimiento económico. Pero también en dimensiones de la vida social, como la composición familiar, la demanda de servicios de cuidados y salud, la oferta de ocio, el diseño urbanístico y de viviendas o las tendencias epidemiológicas. 

Las pirámides de población

La estructura por sexo y edad de una población puede ser representada mediante una gráfica que describe la distribución por edades, para cada sexo, en un momento dado del tiempo. Las formas que han adoptado estas gráficas hacen que sean conocidas como pirámides de población. La construcción de estas pirámides de población es sencilla, pero no por ello dejan de constituir un instrumento de descripción y análisis muy útil, ya que este tipo de gráfico resume la dinámica demográfica ocurrida a lo largo de varias generaciones (Recuadro 1). 

Si bien no existen reglas precisas para graficar las pirámides, es usual respetar algunas convenciones que facilitan la visualización y evitan errores. Se acostumbra graficar los datos correspondientes a los hombres en el cuadrante izquierdo y los datos de las mujeres en el cuadrante derecho, mientras el eje de las abscisas se usa para indicar el volumen (en valores absolutos o relativos) y el eje de las ordenadas, para señalar las edades (Recuadro 1, pasos 3 y 4). Esta clasificación se puede hacer en edades simples, considerando a la población de 0, 1, 2 o n años cumplidos, o bien tomando grupos de edad, por ejemplo, grupos quinquenales: cero a cuatro años, cinco a nueve años, continuando de esta manera hasta llegar al grupo final que se denomina grupo de edades abierto (por ejemplo, de cien y más años de edad). El volumen o la frecuencia relativa que representa cada grupo de edad y sexo toma la forma de una barra horizontal en la que la superficie proporcional es el peso relativo del grupo por edad y sexo en la población total considerada (por ejemplo, el peso relativo de las niñas de cero a cuatro años de edad en la población total de hombres y mujeres) (Recuadro 1, pasos 1 y 2).

Recuadro 1.
¿Cómo construir una pirámide de población en cuatro pasos?

En primer lugar, es necesario contar con información sobre el número de mujeres y varones de una población por edades. En este ejemplo se dispone de una estimación de población del Uruguay por edades quinquenales según sexo para el año 2020 (CEPAL, 2020b).

Edades  Varones Mujeres Ambos sexos
0-4 120.998 115.658 236.656
5-9 120.696 115.718 236.414
10-14 119.355 113.959 233.314
15-19 125.373 120.242 245.615
20-24 129.196 124.869 254.065
25-29 130.680 126.815 257.495
30-34 120.774 118.842 239.616
35-39 110.535 110.995 221.530
40-44 116.131 118.233 234.364
45-49 108.977 111.679 220.656
50-54 94.801 101.540 196.341
55-59 92.752 101.984 194.736
60-64 83.283 95.541 178.824
65-69 68.057 81.040 149.097
70-74 53.325 70.486 123.811
75-79 38.711 57.744 96.455
80-84 24.278 46.053 70.331
85-89 13.862 34.361 48.223
90-94 5.155 20.077 25.232
95-99 1.192 7.617 8.809
100 y más 205 1.938 2.143
Total 1.678.336 1.795.391 3.473.727

Luego, es preciso obtener para cada grupo de sexo y edad la proporción que representa en el total de la población. Por ejemplo, para obtener la proporción del grupo de edades cero a cuatro años en los varones se estima el cociente entre el número de personas en ese grupo (120.998) y el total de la población de ambos sexos de cualquier edad (3.473.727).

Edades Varones (%) Mujeres (%) Ambos sexos (%)
0-4 3,5 3,3 6,8
5-9 3,5 3,3 6,8
10-14 3,4 3,3 6,7
15-19 3,6 3,5 7,1
20-24 3,7 3,6 7,3
25-29 3,8 3,7 7,4
30-34 3,5 3,4 6,9
35-39 3,2 3,2 6,4
40-44 3,3 3,4 6,7
45-49 3,1 3,2 6,4
50-54 2,7 2,9 5,7
55-59 2,7 2,9 5,6
60-64 2,4 2,8 5,1
65-69 2,0 2,3 4,3
70-74 1,5 2,0 3,6
75-79 1,1 1,7 2,8
80-84 0,7 1,3 2,0
85-89 0,4 1,0 1,4
90-94 0,1 0,6 0,7
95-99 0,0 0,2 0,3
100 y más 0,0 0,1 0,1
Total 48,3 51,7 100,0

Si pensamos visualizar la pirámide —por ejemplo, en un software de plantilla de datos— es preciso asignar valores negativos a los varones para que queden situados del lado izquierdo del eje de abscisas en la representación.

Edades Varones (%) Mujeres (%)
0-4 −3,5 3,3
5-9 −3,5 3,3
10-14 −3,4 3,3
15-19 −3,6 3,5
20-24 −3,7 3,6
25-29 −3,8 3,7
30-34 −3,5 3,4
35-39 −3,2 3,2
40-44 −3,3 3,4
45-49 −3,1 3,2
50-54 −2,7 2,9
55-59 −2,7 2,9
60-64 −2,4 2,8
65-69 −2,0 2,3
70-74 −1,5 2,0
75-79 −1,1 1,7
80-84 −0,7 1,3
85-89 −0,4 1,0
90-94 −0,1 0,6
95-99 0,0 0,2
100+ 0,0 0,1

En una hoja de cálculo, el tipo de gráfico utilizado para este propósito es el de barras horizontales agrupadas —en dos dimensiones—. El resultado final tras una serie de ediciones en la configuración de formato es el siguiente. Es importante utilizar la misma escala para graficar los datos de hombres y mujeres, así como cuando se comparan dos pirámides.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la CEPAL (2020b)

Es posible leer en las formas de las pirámides las huellas de la evolución demográfica de una población a lo largo del tiempo y de sus características. Las formas piramidales revelan información relativa a la fecundidad, mortalidad y migraciones, así como la ocurrencia de eventos sociales, económicos y de otra índole que afectan a los fenómenos demográficos. Su utilización permite a su vez clasificar a grandes rasgos los diferentes tipos de regímenes demográficos.

El primer paso consiste en observar la forma general de la pirámide: una población en la que los grupos de edades jóvenes representan una proporción importante dentro del total tendrá una base ancha y extendida que se afinará rápidamente a medida que se consideran los grupos de mayor edad. Es así que las pirámides de forma triangular son representativas de estructuras de población jóvenes que suelen corresponderse con situaciones de alta natalidad y alta mortalidad. Ya se ha señalado la relación entre estas situaciones y el nivel de desarrollo económico. Por otro lado, en las poblaciones en proceso de envejecimiento, los grupos de mayor edad tienen un peso relativo importante, lo que trae como consecuencia un engrosamiento de las pirámides en esos tramos de edad: la forma triangular se desdibuja para dar paso a figuras casi rectangulares. 

Las distintas etapas que atraviesan los países en la transición demográfica se reflejan en las formas piramidales. Así, por ejemplo, la mayoría de los países desarrollados presentan pirámides de formas rectangulares que reflejan el avanzado proceso de envejecimiento de sus poblaciones. Este es también el caso de Uruguay en la actualidad. 

La incidencia de las variables demográficas en las pirámides: la natalidad 

Tanto los efectos de la natalidad como los de la mortalidad y las migraciones son visibles en las formas que toman las pirámides de población. Sin embargo, en el largo plazo, son los fenómenos relacionados con la reproducción los determinantes principales de las estructuras poblacionales. Una natalidad alta tiene como consecuencia un ensanchamiento en la base de las pirámides y un efecto rejuvenecedor de la estructura que se refleja en la forma triangular que adoptan los gráficos (Gráfico 4). El inicio de un proceso de descenso de la fecundidad traerá aparejada una disminución en el número de los nacimientos, por lo cual las nuevas generaciones disminuirán su peso relativo con respecto a la situación anterior a la baja de la natalidad. Durante un tiempo, mientras que las anteriores generaciones inmediatas aún sobrevivan, las pirámides de población presentarán una forma ojival, como la pirámide del Uruguay en 2020 (Gráfico 4). De continuar el proceso de descenso de la fecundidad, y una vez que esta haya alcanzado un nivel relativamente constante, es esperable que el volumen de nacimientos observados de un período a otro presente pocas variaciones. De esta forma, las distintas generaciones pasan a tener un peso relativo parecido y las pirámides correspondientes se asemejan a rectángulos.

Gráfico 4. Pirámides de población. Uruguay, 1950, 1980, 2020

Fuente: elaboración propia a partir de datos de CEPAL (2020b)

La incidencia de la mortalidad

Al considerar los efectos del descenso de la mortalidad, debemos considerar dos situaciones diferentes: cuando el descenso opera desde un valor muy alto de la mortalidad y cuando este descenso se observa a partir de niveles relativamente bajos de ella. 

En la primera situación, el descenso de la mortalidad opera rejuveneciendo las estructuras poblacionales. Esto se debe a que la mortalidad es un fenómeno con marcadas diferencias de acuerdo a la edad de las personas. En los regímenes demográficos de alta mortalidad, la mortalidad infantil y de la niñez son un componente muy importante en el conjunto de defunciones. Las altas mortalidades están asociadas a una escasa cobertura sanitaria y a malas condiciones de vida, situación a la cual la población infantil es altamente sensible. La mejora de estas condiciones acarrea una disminución de la mortalidad en su conjunto, pero especialmente en los niños y niñas, por lo que se incrementa la probabilidad de sobrevivir de las personas pertenecientes a estos grupos infantiles, lo cual hace que su peso relativo en el total de la población se incremente y se refleje en el ensanchamiento en la base de la pirámide. Este puede ser el ejemplo de Bolivia entre 1950 y 1990 (Gráfico 5). Si observamos sus pirámides de población a inicios y fin de este período en el que la mortalidad general descendió desde 27,5 a 11,7 defunciones por cada mil habitantes, vemos un ensanchamiento importante en la base de la pirámide como consecuencia de esta reducción en la mortalidad infantil. Esta última descendió en el mismo período de 178 ‰ a 83 ‰ (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas [Undesa], 2019).

Gráfico 5. Pirámides de población. Bolivia, 1950 y 1990

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Undesa (2019)

Gráfico 6. Pirámides de población. Japón, 1950, 1980 y 2020

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Undesa (2019)

Pero la situación es diferente cuando el descenso de la mortalidad ocurre a partir de una situación en la que se parte de un nivel ya bajo. En estos casos, las ganancias obtenidas en el descenso de las defunciones se observan en los grupos de mayor edad; la baja de la mortalidad trae como consecuencia, envejecimiento en la cúspide de la pirámide. Este puede ser el ejemplo de Japón (Gráfico 6), donde, hacia 1950, la TBM seguía una larga tendencia de descenso de la mortalidad y se situaba próxima a las diez defunciones por cada mil habitantes para llegar a apenas cinco por mil treinta años más tarde. Como consecuencia, las pirámides de 1980 y de 2020 tienen un abultamiento en las edades avanzadas a partir de los sesenta años que se torna aun más evidente entre las mujeres en 2020. Esto se debe a que la caída de la mortalidad y el aumento de la sobrevivencia es mayor en las mujeres y eso repercute en una feminización de los grupos de edades avanzadas. Cabe indicar que desde 2005 la tasa de mortalidad de Japón es mayor a la de natalidad, por lo que es una población con crecimiento natural negativo o en decrecimiento.

La incidencia de las migraciones

Las migraciones tienen efectos opuestos según se trate de un territorio expulsor o uno receptor de personas (Gráfico 7). Los procesos migratorios, especialmente los internacionales, son muy selectivos en el perfil de los migrantes, quienes presentan un bajo promedio de edad, pues los jóvenes en edades activas conforman el grueso de los contingentes migratorios. En los contextos de recepción, el efecto de la llegada de inmigrantes es doblemente rejuvenecedor de la estructura de edades, pues recibe población joven, que además se encuentra en edad fértil, por lo que es posible que se produzcan nacimientos en el contexto de llegada, o bien que la migración suceda ya con hijos nacidos, lo cual ensanchará las bases de las pirámides. En los países o regiones donde predomina la emigración —expulsores netos— el efecto es exactamente el opuesto: la estructura de edades envejece y en los gráficos se producen huecos en las zonas correspondientes a las edades en las que el fenómeno  migratorio resultó intenso.

Un claro ejemplo de cómo la emigración moldea la estructura de población se aprecia en las pirámides de los departamentos de Montevideo y Lavalleja (Gráfico 7). El primero es un gran receptor histórico de población que llega desde los departamentos del interior; el segundo, uno de los departamentos donde la emigración de jóvenes en edades universitarias y activas tiene por consecuencia un ensanchamiento de la pirámide en edades avanzadas y ciertos huecos que reflejan una emigración concentrada en las edades universitarias y de ingreso al mercado de trabajo (20 a 34 años).

Gráfico 7. Pirámides de población. Montevideo y Lavalleja, 2011

Fuente: elaboración propia a partir de datos del Censo de Población y Vivienda de 2011 (ine, 2020).

Otros eventos visibles en las pirámides de población

Ciertos eventos pueden visualizarse como abultamientos o huecos en los gráficos de las pirámides. Por ejemplo, un abultamiento que se observe en ambos sexos y en un determinado grupo de edades (supongamos, en el grupo de 10 a 14 años de edad) puede estar indicando la ocurrencia de un incremento abrupto y por un período limitado de tiempo (en este caso, entre 10 y14 años atrás) de los nacimientos, fenómeno conocido como baby boom. Este tipo de fenómenos tiene relación directa con las expectativas y condiciones económicas y sociales del momento en que ocurre, aunque sus consecuencias se extienden a lo largo de la vida de esa generación. Consideremos el ejemplo planteado: la generación perteneciente a un baby boom presiona sobre la demanda de servicios médicos —al nacer— y —a medida que crece— lo hace sobre los servicios educativos. Más adelante, ingresa en simultáneo al mercado de trabajo y la situación se repetirá cuando pase al sistema de retiros.

Los huecos en las pirámides pueden ser interpretados de distintas formas. Por ejemplo, en algunos países, la sobremortalidad ocurrida en los períodos de conflictos armados y de guerras se puede observar como faltantes de población en aquellos grupos de edad que hayan estado más expuestos al riesgo de morir al momento de las confrontaciones bélicas. Otro tipo de huecos pueden ser generados por el fenómeno migratorio, como ya se ha visto. La propensión a migrar es, en términos generales, mayor en las personas en edad activa que en el resto de la población. Ante un deterioro de las condiciones del mercado de trabajo, puede darse un proceso de emigración de un volumen tal que su reflejo sea visible como un hueco en la pirámide de población. El deterioro de las condiciones políticas de una región o país puede ser otro factor de emigración. En el caso de Uruguay, el fuerte proceso de emigración de la década del setenta es claramente visible en su pirámide.

Referencias bibliográficas

Calvo, J. J. (2010). Nociones básicas de Demografía. Montevideo: CECEA.

Comisión Económica para América Latina (CEPAL) (2020a). Tasa anual de crecimiento de la población total. Cepalstat. Bases de Datos y Publicaciones Estadísticas [en línea] Recuperado de https://cepalstat-prod.cepal.org/cepalstat/tabulador/ConsultaIntegrada.asp?idIndicador=358&idioma=e.

————— (2020b). Población, por grupos de edad, según sexo. CEPALSTAT. Bases de Datos y Publicaciones Estadísticas [en línea] Recuperado de https://cepalstat-prod.cepal.org/cepalstat/tabulador/ConsultaIntegrada.asp?idIndicador=31&idioma=e 

Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (Undesa) (2019) World Population Prospects 2019, Online Edition. Rev. 1. Nueva York: Undesa. Recuperado de https://population.un.org/wpp/Download/Standard/Population/.

Instituto Nacional de Estadística (INE) (2020). Series históricas. Censos 1852-2011. [en línea]. Recuperado de https://www.ine.gub.uy/censos-1852-2011.

Notas

¹ Una versión anterior de este texto fue publicada en Calvo, J. J. (2010). Nociones básicas de Demografía. Montevideo: CECEA.

Capítulo anterior
CAPÍTULO 2
Capítulo siguiente
CAPÍTULO 4
Menú
span.tab-titulo { text-transform: uppercase; color: #87000d; margin-right: 5px; font-weight: bold; } span.tab-titulo-alt { text-transform: uppercase; color: black; } .mod-tabla td { padding: 2px; border: 2px solid #bc2832 !important; border-width: 0.5px !important; } .mod-fondo-rojo { background: #f5d9db; padding: 10px 20px; margin-bottom: 20px; } #pf-body #pf-date { display: none !important; } Ir al contenido