Manual de Demografía

Material de consulta para estudiantes vinculados a la Demografía y los Estudios de Población

CAPÍTULO 8

Migración internacional
Julieta Bengochea

Tendencias de la migración internacional global y sus factores asociados

Aunque la migración es un proceso presente en todas las especies, ha sido fundamental para la evolución de la especie humana (Livi Bacci, 2012). Este comportamiento demográfico permitió a los humanos modernos salir de África y dispersarse por el resto del mundo, hacia Europa, Asia y llegar al continente americano hace al menos doce mil años atrás (Livi Bacci, 2012; Goebel, Waters y O’Rourke, 2008; Ramírez García, 2016). Si bien es difícil conocer cuáles fueron los motivos que impulsaron esta primera gran migración, se puede suponer que fue un mecanismo de adaptación a circunstancias ambientales. Luego de dispersado el hombre moderno por los diferentes continentes, la migración continuó siendo un recurso relacionado con la necesidad de conquistar nuevos territorios, por motivos económicos, sociales y bélicos, entre otros. 

Un segundo hito migratorio de importancia ha sido la colonización del territorio americano a fines del siglo XV por parte de las coronas española y portuguesa. Esta migración colonizadora (Livi Bacci, 1999) tuvo entre una de sus tantas consecuencias la migración de millones de personas nacidas en África que, en condición de esclavitud, pasaron a formar parte de la sociedad y cultura de todo el continente americano. Siglos más tarde, otro movimiento desde ciertos países europeos (España e Italia, principalmente) hacia el continente latinoamericano produce una de las oleadas migratorias más significativas de la historia. Entre 1821 y 1932, doce millones de europeos se dirigieron hacia América Latina, principalmente hacia Argentina y Brasil (Chesnais citado por Pellegrino, 1995). Por su parte, en Europa durante la Revolución Industrial, en la primera mitad del siglo XIX, y con el consecuente cambio en el modo de producción y de organización familiar, comenzaron a producirse las grandes migraciones desde las zonas rurales hacia los centros urbanos. Esta migración relacionada con presiones demográficas (Livi Bacci, 1999), con grandes efectos en la redistribución espacial de las poblaciones y cambios en la estructura económica, adquiere importancia como objeto de estudio científico. En este escenario, a fines del siglo XIX, Ernst Ravenstein desarrolla un conjunto de leyes migratorias que dan cuerpo al primer intento de generar una teoría migratoria (Bengochea, 2018). Estas leyes desarrolladas desde la observación empírica del caso europeo sostienen que: 1) la migración sucede en mayor medida entre poblaciones vecinas; 2) la migración involucra por lo general distancias cortas; 3) una corriente migratoria genera una contracorriente migratoria; 4) las ciudades crecen más por la migración rural-urbana que por el propio crecimiento natural; 5) las mujeres tienden a migrar internamente y los hombres internacionalmente, y 6) el desarrollo de los métodos de transporte, comercio e industria genera mayor migración (Ravenstein, 1889). 

Desarrolladas estas leyes, por mucho tiempo el estudio de los determinantes de la migración tuvo el foco puesto en los efectos demográficos y económicos. Sin embargo, si consideramos la situación actual de las migraciones, diversos factores ni económicos ni demográficos entran en juego. En este sentido, las migraciones son conceptualizadas como fenómenos multicausales, no solo por la variedad de razones que pueden llevar a un individuo, grupo o familia a migrar, sino también porque varios motivos pueden operar simultáneamente como desencadenantes de la migración.

Factores que motivan la decisión de migrar y factores que la perpetúan¹

Como mencionamos, en un principio las teorías o marcos analíticos para el estudio de la migración tuvieron una fuerte influencia económica a partir de las leyes de Ravenstein. Si bien los factores económicos como el nivel de desempleo en un origen, el nivel de empleo de un destino o el nivel de crecimiento económico de los países explican en gran medida las decisiones de migrar, hoy en día se reconoce que el proceso migratorio es mucho más complejo y que el análisis que considera como válidos únicamente los motivos económicos o demográficos peca de reduccionista (De Haas, 2010 y 2011). Diversos estudios empíricos dan cuenta del efecto que tienen las políticas migratorias (Mayda, 2010; De Haas, 2010 y 2011), las redes de migración generadas por los propios migrantes (Parrado y Cerrutti, 2003; Hatton y Williamson, 2003; Clark, Hatton y Williamson, 2007; De Haas, 2010 y 2011) y diversos factores no económicos en la orientación y magnitud de los flujos migratorios (Bengochea, 2018). Hoy, más presentes que nunca, los conflictos bélicos tienen como una de sus consecuencias los desplazamientos forzados de población. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2018a) la violencia y los conflictos bélicos han generado un total de 68,5 millones de personas desplazadas de manera forzada de las cuales 25,4 millones son refugiados y más de la mitad de estos son menores de edad, quienes proceden principalmente de Sudán del Sur (2,4 millones), Afganistán (2,6 millones) y Siria (6,3 millones). Del total de desplazados, 40 millones son desplazados internos; 3,1 millones son solicitantes de asilo y 10 millones de personas son apátridas En América Latina, Colombia es el principal país en número de refugiados, para el que se identifican en 2012 un total de 394.100 refugiados colombianos (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, 2017).

Para ordenar este vasto conjunto de posibles factores asociados a la migración, vamos a desarrollar a continuación las diversas teorías y marcos analíticos presentes en la literatura sobre el fenómeno migratorio.³ Las teorías migratorias parten en general desde dos preguntas: primera, qué factores motivan la decisión de migrar y, segunda, cuáles factores perpetúan la migración en el tiempo (Bengochea, 2018). Asimismo, estas teorías parten desde dos grandes paradigmas: el funcionalista y el histórico cultural (Castles, De Haas y Miller, 2014). Estos paradigmas implican dos visiones contundentemente diferentes sobre los procesos migratorios. Mientras que el funcionalismo entiende a la migración como un evento positivo porque genera un equilibrio económico y demográfico entre orígenes y destinos desiguales, el histórico cultural sostiene que es la migración internacional la responsable de perpetuar las relaciones de desigualdad (Castles, De Haas y Miller, 2014). En definitiva, la pregunta que subyace es en qué medida la migración conduce al desarrollo de los países o es la que genera y perpetúa desigualdades en el desarrollo de los países.

Nombraremos primero las diversas teorías migratorias para luego desarrollarlas brevemente. Dentro de las teorías migratorias que tienen como objetivo dar cuenta de cómo comienzan las migraciones encontramos: a) la teoría económica neoclásica; b) la teoría de los mercados duales; c) la nueva economía de la migración; d) la teoría del sistema mundial, y e) la teoría de la transición migratoria. Luego, entre aquellas que tienen como objetivo explicar cómo esta continúa una vez iniciada encontramos: f) la teoría de las redes migratorias; g) la teoría institucional de la migración; h) la teoría de la causalidad acumulada, e i) la teoría de los sistemas de migración.

Factores que motivan la migración

Bajo el paradigma funcionalista, la teoría económica neoclásica se concentra en el estudio de la migración laboral en el proceso de desarrollo de los países motivada por diferencias geográficas entre demanda y oferta de trabajo (Massey y otros, 1993). Esto considera el efecto demográfico como elemento que desencadena la migración en orígenes donde altas tasas de crecimiento de población generan un excedente en la fuerza laboral, una disminución de los salarios en origen y un aumento en la brecha salarial entre orígenes y destinos (Piore, 1986). La mayor crítica que recibe este enfoque recae sobre el fuerte supuesto de que el migrante es un sujeto racional y que toma decisiones en un escenario controlado, cuando los mercados de trabajo ciertamente no tienen un funcionamiento perfecto (Castles, De Haas y Miller, 2014). En respuesta a esta crítica, la perspectiva microeconómica de la teoría neoclásica (desarrollada por Todaro en 1969) sostiene que la decisión de migrar es tomada por los individuos luego de considerar costos y beneficios como los costos de aprendizaje de un nuevo idioma y de la adaptación cultural, entre otros (Castles, De Haas y Miller, 2014; Massey y otros, 1993; Piore, 1986).

Por su parte, bajo el paradigma histórico cultural se posicionan las teorías de los mercados duales, del sistema mundial y de la nueva economía de la migración, que entienden que la migración internacional es consecuencia de la penetración capitalista (Castles, De Haas y Miller, 2014). La teoría de los mercados duales sostiene que las estructuras de oportunidad laboral en los países de destino se sustentan en la segmentación del mercado laboral en un sector secundario y otro primario (Piore, 1979). El sector primario es rechazado por los nativos, quienes se insertan en el sector secundario, para ser ocupado por los migrantes (Piore, 1979). El sector secundario es aquel donde los empleos son calificados, mejor remunerados y protegidos, mientras que en el primario los empleos son menos calificados, mal remunerados y desprotegidos. Esto puede explicar, por ejemplo, la migración que se produce incluso en regiones con tasas de empleo altas (Castles, De Haas y Miller, 2014). La teoría de los modelos duales desarrolla el concepto de enclave económico, que sostiene una relación entre el origen de los inmigrantes y el ámbito laboral en el cual se insertan (Piore, 1986; Portes, 2011). Por su parte, la teoría de los sistemas mundiales sostiene que en la migración se generan relaciones del tipo centro-periferia durante el proceso de globalización económica y como consecuencia de los desajustes estructurales que produce este mismo proceso (Castles, De Haas y Miller, 2014; Massey y otros, 1993). Esta relación entre el capital (centro) y el subdesarrollo (periferia) se origina con los regímenes coloniales y se expresa en otras formas neocoloniales de explotación como las que perpetúan las empresas multinacionales o las ciudades globales (Massey y otros, 1993). La mayor crítica que se les hace a la teoría de los mercados duales y a la teoría de los sistemas mundiales es que colocan al migrante como un sujeto constreñido y víctima del capitalismo al que le desconocen toda capacidad de agencia (Castles, De Haas y Miller, 2014). 

Las teorías hasta aquí presentadas tienen como unidad de análisis al individuo, mientras que la nueva economía de la migración sostiene que las decisiones migratorias se toman dentro de una unidad familiar (Bengochea, 2018). Desde esta perspectiva, la unidad de análisis es el hogar, ámbito donde se resuelve migrar o no y quién de la unidad familiar lo hará para generar las mayores utilidades, diversificar riesgos o superar constricciones económicas (Castles, De Haas y Miller, 2014). Esta teoría acuña el concepto de privación relativa, que da cuenta de que luego de instalado el proceso migratorio en una comunidad comienzan a generarse diferencias percibidas entre hogares migrantes y no migrantes que operan como desencadenantes de la migración (Massey y otros, 1993). Si bien tomar a la unidad familiar como unidad de análisis tiene varios beneficios, como permitir comprender por qué persiste la migración cuando las brechas de ingresos entre origen y destino se reducen (Castles, De Haas y Miller, 2014), también presenta algunos desafíos para el estudio de la dimensión más individual de la movilidad o la migración calificada, entre otras (Castles, De Haas y Miller, 2014).

Por su parte, la teoría de la transición migratoria se pregunta qué rol juega el nivel de desarrollo de los países como generador de emigración y en qué medida este la limita o la potencia. Esto, bajo el supuesto de que la migración es parte del desarrollo, del proceso de globalización y del cambio social (Castles, De Haas y Miller, 2014). Esta teoría está cimentada en el trabajo de Wilbur Zelinsky (1971), quien incluyó a la migración dentro del esquema de la teoría de la transición demográfica (Castles, De Haas y Miller, 2014). Su argumentación considera las diversas etapas de la transición demográfica y propone que la migración se produce en un entorno de crecimiento poblacional, declive de la economía rural y en dirección a destinos con niveles altos de crecimiento económico y desarrollo tecnológico (Castles, De Haas y Miller, 2014). De este modo, la emigración se dirige hacia países (o ciudades) con más altos niveles de desarrollo, pero, a medida que aumenta el desarrollo en origen, la intensidad de la emigración disminuye hasta dar paso a la inmigración, de modo que los países (o ciudades) otrora emisores se convierten en centros de atracción y de inmigración. Visualmente, esta relación entre migración y desarrollo toma la forma de U invertida, y es la que explica por qué son mayoritariamente los países con niveles intermedios de desarrollo los que presentan mayores tasas de emigración (De Haas, 2010 y 2011). 

Por último, dentro de este grupo se encuentra el marco analítico de los modelos gravitacionales, que es comúnmente utilizado en los estudios migratorios y que se fundamenta en los modelos empíricos económicos de oferta y demanda (Bengochea, 2018). Se basan en la ley física de interacción entre cuerpos que postula que la interacción se encuentra relacionada de modo positivo con la masa y de modo negativo con la distancia (Foot y Milne, 1984; Ramos, 2017). Las variables que consideran los modelos gravitacionales para el estudio de la migración son: la existencia de una lengua común entre origen y destino, y de una frontera; la estabilidad política; relaciones coloniales históricas; la distancia geográfica entre el origen y el destino; la presencia o ausencia de democracia o de conflictos políticos, y variables que den cuenta de las diferencias en los desempeños económicos o de desarrollo entre origen y destino (Bengochea, 2018). Son llamados también comúnmente modelos de expulsión-atracción.

Factores que perpetúan la migración

Dentro del segundo conjunto de teorías, la teoría de las redes de migración estudia aquellas relaciones que se van generando a lo largo del tiempo entre los individuos en origen y destino, relaciones que son las responsables de proveer a los migrantes de recursos que aumenten la probabilidad de migrar y reducir los costos asociados a la migración, como el precio del proceso de integración o incorporación social (Massey y otros, 1993). Sobre esta teoría se apoya el marco analítico del transnacionalismo, que permite estudiar el efecto de la globalización en la generación y perpetuación de redes entre los migrantes y las personas en origen. Estas redes permiten, mediante la generación de un espacio transnacional y desterritorializado, el contacto y la interacción a pesar de la distancia mediante múltiples viajes o envío de remesas (Castles, De Haas y Miller, 2014; Portes y Zhou, 2012).

Lejos de distanciarse de las recientemente nombradas, la teoría de la causalidad acumulada aporta el concepto de cultura migratoria, que da cuenta de cómo el proceso de acumulación de experiencia migratoria en un grupo provoca expectativas para migrar que trascienden los elementos materiales que pueden generar una migración (Massey y otros, 1993).

Por su parte, la teoría institucional de la migración da cuenta de aquellas organizaciones que, con fines de lucro, sostienen con su accionar flujos migratorios dentro de un mercado ilegal (Massey y otros, 1993), como es el caso de los «coyotes» (Bengochea, 2018) o el tráfico de personas para su explotación laboral o sexual.

En último lugar, la teoría de los sistemas migratorios considera varios aspectos de las teorías mencionadas y se concentra en analizar los diversos mecanismos que permiten el surgimiento y perpetuación de sistemas migratorios, así como también su desaparición (Castles, De Haas y Miller, 2014; Zlotnik, 1992). Un sistema migratorio se define por un intercambio sustantivo de migrantes entre países o regiones, intercambio sostenido sobre relaciones económicas, políticas e históricas que son perdurables en el tiempo (Kritz y Zlotnik,1992; Zlotnik,1992; Goss y Lindquist, 2000; Bakewell, De Haas, y Kubal, 2012).

Tendencias de la migración internacional global

Datos provenientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2019) muestran que en 2019 hubo 272 millones de migrantes internacionales, lo que representa el 3,5 % de la población mundial total. Si bien el porcentaje de migrantes internacionales ha crecido en un poco más de un punto porcentual desde 1970 hasta 2019 (Tabla 1) y el porcentaje de personas que no son migrantes internacionales es significativamente superior, el número absoluto de migrantes internacionales se ha incrementado en 119 millones entre 1990 y 2019. Europa y América del Norte concentran más de la mitad del total de migrantes internacionales, las siguen en orden de magnitud Asia y África, y, en tercer lugar, América Latina y el Caribe (ONU, 2019). Por su parte, los principales países emisores de migrantes internacionales son India, México, China, Rusia y Siria, en ese orden (ONU, 2019). En cuanto a la composición por sexo y edad, del total de migrantes internacionales de 2019, 47,9 % eran mujeres, tres de cada cuatro migrantes internacionales se concentraban en las edades productivas entre los 20 y los 64 años, y uno de cada siete tenía menos de 20 años (ONU, 2019).

Tabla 1. Migrantes internacionales 1970-2015

Año Número de migrantes Porcentaje (%) de migrantes en la población mundial
1970 84.460.125 2,3
1975 90.368.010 2,2
1980 101.983.149 2,3
1985 113.206.691 2,3
1990 152.563.212 2,9
1995 160.801.752 2,8
2000 172.703.309 2,8
2005 191.269.100 2,9
2010 221.714.243 3,2
2015 243.700.236 3,3
2019 272.000.000 3,5

El escenario actual de las migraciones involucra una diversidad de motivos migratorios. Sin embargo, el alto porcentaje de migrantes internacionales en las edades activas refleja la importancia del factor económico como determinante de la migración internacional. El mayor número de migraciones se debe a motivos laborales o económicos (OIM, 2018a), tan es así que, en 2015, 150,3 millones de migrantes internacionales eran trabajadores (OIM, 2018b). Sin embargo, otros motivos son de importancia considerable, como la migración por estudio; la migración por motivos laborales; las migraciones forzadas; los desplazamientos por problemas o desastres ambientales como inundaciones, tormentas, huracanes, la subida de los niveles de ríos o mares, incendios, temperaturas extremas, o la migración por motivos políticos, conflictos bélicos, violencia o persecuciones (OIM, 2018a). El ACNUR (2015) estima que en 2017 hubo 25,4 millones de refugiados, cifra muy impactada por el presente conflicto en Siria y entre otros motivos se identifican: violación de los derechos humanos, violencia, persecución política o religiosa, entre otros. La migración en muchos casos puede suponer un contexto de extrema vulneración de la vida y de los derechos de las personas migrantes. En 2017 se reportó la desaparición de 6163 migrantes durante su proceso migratorio (OIM, 2018b). Muchas de estas muertes se registran en el intento de cruzar desde África hacia Europa por el mediterráneo y, en menor medida, en el cruce de la frontera entre México y Estados Unidos. Los migrantes irregulares se estiman en 58 millones en 2017 (OIM, 2018b), aunque hay que considerar que el dato está subestimado, ya que son los migrantes más difíciles de cuantificar por su condición de indocumentación. 

Datos de 2016 estiman un total de 4,8 millones de estudiantes internacionales en 2016 (OIM, 2018b) y 72.176 retornantes voluntarios. También, que se movilizaron 466 millardos de dólares en remesas, cifra que representa un aumento del 8,5 % en comparación con 2016 (reportado por el Banco Mundial) (OIM, 2018b). 

En un plano aberrante de la realidad migratoria actual se encuentran las migraciones involuntarias. En 2016, se registran 40 millones víctimas de esclavización moderna, 25 millones víctimas de migraciones laborales forzadas y 15 millones víctimas de matrimonios forzados, condición que sufren las mujeres en mayor proporción que los hombres (71 %) (OIM, 2018b). Por su parte, el contrabando de migrantes, que se estima en 2,5 millones de personas como mínimo, tuvo un rédito económico de 5,5 a 7 millardos de dólares en 2016 (OIM, 2018b). 

Las cifras mostradas indican que las migraciones internacionales son cada vez más complejas e involucran una heterogeneidad de motivos y perfiles, aspectos que generan una estratificación que coloca a las personas migrantes frente a diferentes marcos regulatorios que facilitan la movilidad de unos y dificultan la movilidad de otros.

Referencias bibliográficas

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Notas

¹ Esta sección se basa en Bengochea, 2018.

² Apátrida es aquel individuo que «no sea considerada como nacional suyo por ningún Estado, conforme a su legislación» (ACNUR, 1954, p. 3).

³ Recomendamos para una lectura global y excelentemente desarrollada sobre las teorías migratorias, el clásico texto de Massey, Arango, Hugo, Kouaouci, Pellegrino y Taylor (1993), quienes logran resumir en un solo trabajo los fundamentos básicos así como alcances y limitaciones de las diversas teorías migratorias.

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